¿Alguna vez has escuchado, pensado o incluso dicho las siguientes afirmaciones? “Mañana es lunes otra vez”; “Yo odio mi trabajo”; “El ambiente en mi trabajo me hace imposible compartir a Cristo”.
Es común considerar el trabajo como algo desagradable. Nos quejamos de nuestro trabajo y esperamos con ansias que llegue nuevamente el fin de semana. Pareciera que aquello en lo que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo se ha convertido en algo que no disfrutamos en lo más mínimo. Somos prontos para olvidar el propósito de nuestro llamado como discípulos de Cristo y tardos para darnos cuenta de que el diseño de Dios para nuestras vidas incluye el trabajo.
Como cristianos, estamos llamados a honrar y glorificar a Dios con toda nuestra vida, pero a veces parece que solo lo hacemos cuando vamos a la iglesia. ¿Por qué insistimos en separar nuestra vida laboral de nuestra vida consagrada al Señor? Pareciera que somos expertos en desconectar nuestra adoración del domingo o miércoles con nuestras labores del lunes.

El tema de la autoridad de Cristo sobre nuestro trabajo y sus implicaciones en nuestra vida como discípulos de Cristo es un estudio muy amplio y profundo. La Biblia habla mucho de este tema. Temas como: la ética del trabajo, tomando decisiones, trabajando en beneficio de los demás, sirviendo con un corazón de siervo, trabajando en medio de los conflictos, son solo algunos conceptos que se tratan en las Escrituras. Pensando en los cuatro conceptos de una cosmovisión bíblica que aprendimos el año pasado en el parque:
La Biblia enseña que hubo trabajo después de la creación.
La Biblia enseña que el trabajo se corrompió después de la caída.
La Biblia enseña que el trabajo se transforma después de la redención en Cristo por gracia.
La Biblia enseña que habrá trabajo futuro en gloria.
Esta noche, no tenemos el tiempo necesario para desarrollar todos estos temas, pero quiero animarlos a ustedes a estudiar más este tema, especialmente en el contexto del discipulado personal dentro de nuestra iglesia y durante nuestros estudios en el ministerio de los Hombres de Valor y las Mujeres de Berea en los meses de abril y mayo.
Esta noche, al responder a la pregunta, “¿Qué dice Cristo a los trabajadores?”, me gustaría que simplemente consideráramos dos textos en el nuevo testamento, resumidos en dos declaraciones simples y, finalmente, dos oraciones simples sobre el tema del trabajo como discípulo de Cristo.

Col 3 nos enseña que nuestro trabajo es un acto de adoración. Muchos cristianos modernos no piensan en su trabajo de esta manera. ¿Por qué?
Una razón es que vivimos en un mundo y una sociedad que está influenciada por el concepto de futilidad (es decir: la insensatez de la vida). El hecho de que vamos a morir hace que mucha gente piense que nuestro trabajo es inútil y sin sentido porque hay un punto de terminación.
Pero, según la Biblia, la muerte no es el final. Hay una resurrección de entre los muertos. Y para los discípulos de Cristo, habrá vida eterna en el cielo y la tierra nueva. Es esta esperanza de la resurrección la que nos hace ver nuestro trabajo no como algo inútil y sin sentido, sino como algo que tiene un gran valor. 1ª Cor. 15:57-58 “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”
El evangelio transforma el trabajo.
En la cultura actual, hay tantos hombres que no protegen a sus familias, no proveen para sus familias, no trabajan y ni siquiera quieren trabajar, no están casados, no lideran a nadie o no tienen hijos. Más bien, se están satisfaciendo en un hogar que no es el suyo. Como todo lo que ha sido corrompido por causa del pecado en la caída (Gén 3), nuestro trabajo necesita ser redimido por el evangelio. Cuando entiendes que la naturaleza del evangelio es cambiar la forma en que hacemos las cosas, dejas de ver tu trabajo como una maldición y comienzas a verlo como un medio para glorificar a Dios y bendecir a tu prójimo con tus labores. “Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” Col 3:23
El trabajo es un medio para ser luz.
Los frutos de tu trabajo pueden ser muchos: a través del trabajo puedes proveer a tu casa, puedes adquirir conocimiento o capacitación y desarrollar tu carácter para crecer en madurez; puedes encontrar amistades con las que puedes crecer laboralmente y a quienes compartir el evangelio.
Desde los que hacen el trabajo más sencillo hasta el más complejo, todos nosotros podemos ser colaboradores de Dios a través de nuestros trabajos para cumplir con Su misión en este mundo. Nuestros trabajos nos proveen una plataforma de servicio e influencia espiritual.
¿Quién sabe lo que Dios hará a través de ti en el lugar al que te ha enviado a trabajar? “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.” Mateo 5:16
Gran parte de la mayordomía de nuestro llamado en el lugar de trabajo es presentarnos fielmente cada día, y a través de nuestro trabajo demostrarles el bien a los que nos rodean. Estar fielmente presentes en nuestros lugares de trabajo significa que debemos esforzarnos por encarnar el evangelio a través de nuestras buenas obras y de nuestro trabajo ejemplar. Significa que extendemos gracia y paciencia a nuestros compañeros de trabajo y a nuestros clientes, y que procuramos su bien. La pereza en nuestro trabajo traiciona el evangelio. La pereza deshonra el poder y la fuerza del Espíritu Santo que ha venido a morar en nosotros a través de Cristo. Los cristianos deberían ser las personas más animados del planeta para trabajar duro y bien. Hemos sido liberados para usar nuestra energía, tiempo, habilidad y creatividad para bendecir a otros.
Jesús utiliza las parábolas de la sal y de la luz para comunicarles a sus seguidores el gran impacto que las personas transformadas por el evangelio podrían tener sobre el mundo. En todas las áreas de nuestra vida, incluyendo el trabajo, mostramos la luz de la gloria de Cristo a los que nos rodean porque Él mora en nosotros. Jesús enfatiza que nosotros hacemos que su luz brille por medio de nuestras buenas obras. Debemos procurar que nuestra labor diaria sea una parte importante de esas buenas obras que glorifican a Dios.
Tu trabajo importa
No es casualidad que hayas llegado al trabajo en el que te encuentras. Dios te puso allí para que seas sal y luz y finalmente, como decía Pablo, realizamos nuestro trabajo “como al Señor y no a los hombres.” Ef 6:7
Trabajemos de buena gana sabiendo que todo lo que hacemos como creyentes puede ser un reflejo de la obra de Dios en nosotros y una forma de adorarlo. Pongámonos los lentes del evangelio y miremos a través de ellos sabiendo que todo buen esfuerzo, incluso el más sencillo, tiene un eco para la eternidad.
Derribemos la falsa dicotomía entre lo “secular” y lo “sagrado” y dejemos de pensar que solo somos discípulos de Cristo dentro de las cuatro paredes de la iglesia. Que nuestra adoración sea un olor fragante las 24 horas del día, 7 días a la semana.
Uno de los principales lugares en los que Dios desea que tu mente sea renovada es en tu lugar de trabajo…que tus pensamientos, palabras y comportamiento sean transformados mientras trabajas. Tu lugar de trabajo es un lugar de formación espiritual.
El carácter de Dios debe reflejarse a través de tu trabajo. Ya seas un misionero o un maestro; pastor o gasfíter; profesor o contador; médico o mecánico, trabaja para la gloria de Cristo y sirve a los demás para que glorifiquen a Cristo. Somos instrumentos de Dios solamente.
Hay un himno antiguo con ese título, “Instrumentos solamente”. Escuche la letra y piense en su significado como discípulo de Cristo que adora a Dios y desea glorificar a Dios mientras trabaja.
Te alabo, Cristo mío,
Que tu amor salvóme a mí,
Tú me limpias y me llenas
Por servirte sólo a ti.
Instrumentos solamente,
Tú nos usas libremente,
Nos podrás llevar doquier.
Instrumentos por llevarles,
A las almas sin la luz,
Las noticias de la gracia
Que mostraste en la cruz.
Instrumentos solamente
Pero con tu gran poder
Tú nos usas libremente,
Nos podrás llevar doquier.
Instrumentos en tus manos,
Sin poder cualquiera en sí
Enseñado en tus sendas
Con valor y fe en ti.
Instrumentos solamente
Pero con tu gran poder
Tú nos usas libremente,
Nos podrás llevar doquier.
¿Qué dice Cristo a los trabajadores? Trabaje para la gloria de Cristo (Col 5) y sirva a los demás para que glorifiquen a Cristo (Mt 5).
Al prepararnos para nuestro tiempo de oración, he preparado dos ejemplos de oraciones sencillas que nos animan a vivir bajo la autoridad de Cristo específicamente en el área del trabajo.


Preguntas de repaso y aplicación:
¿Cómo describirías la cultura en la que trabajas?
¿Cómo dirías que la cultura de tu lugar de trabajo te ha moldeado como trabajador?
¿Con cuáles desilusiones has tenido que lidiar en tu lugar de trabajo?
¿Qué podría estar enseñándote Dios a través de ellas?
¿Qué podrías hacer para estar siempre consciente de que debes llevar a Dios contigo al trabajo?
¿Estás cultivando un ambiente para el bien común en tu trabajo?
¿Cómo ves a las personas en tu lugar de trabajo?
¿Les estás tratando con cortesía y respeto?
¿Te has comprometido a orar por tu jefe y por aquellos que están bajo tu cargo?
¿Cómo podrías promover un ambiente de trabajo más justo y equitativo?
¿Ves tu trabajo diario desde una perspectiva eterna?
¿Cómo cambia tu perspectiva, con respecto a tus compañeros de trabajo y el trabajo que ellos hacen, el tener un mayor conocimiento del futuro?
¿Qué pasos has dado para evitar tentaciones en tu lugar de trabajo?
¿Qué otros pasos necesitas dar?
¿Estás contento en el lugar en que Dios te tiene ahora? Si no es así, ¿cómo podrías cultivar el contentamiento?