El liderazgo de la iglesia local: los diáconos

El liderazgo de la iglesia local está compuesto por ancianos y diáconos (Filipenses 1:1). Los ancianos están a cargo de la dirección de la iglesia, liderándola por su ejemplo y su enseñanza a ser discípulos de Jesucristo que hacen más discípulos.

En el Nuevo Testamento, encontramos otro grupo de varones íntegros en la iglesia local, que tienen casi las mismas calificaciones (1ª Timoteo 3:8–13), llamados diáconos. La palabra griega que se traduce diácono quiere decir sencillamente un siervo, alguien que trabaja por el bien del otro.

Podemos resumir la tarea de los diácones de la iglesia local así:
Los diáconos sirven a la iglesia al ayudarla con las necesidades
que le pueden distraer de hacer discípulos de Jesús.

Podemos ver el nacimiento de estos siervos en la iglesia primordial en Jerusalén en Hechos 6. Enfrentados con la gran necesidad de la distribución diaria de comida para las viudas de la iglesia, los apóstoles instruyeron a la iglesia a buscar a siete varones para ayudar (Hechos 6:1–2). Estos hermanos eran “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” (Hechos 6:3). Mientras estos hermanos siervos atendían las necesidades de las viudas, los apóstoles podían enfocarse en el servicio de la Palabra (Hechos 6:4). La iglesia de Jerusalén lo hizo tal cual, y estos siervos de la iglesia ayudaron a la iglesia a crecer y multiplicarse (Hechos 6:5–7).

Con las calificaciones de 1ª Timoteo 3:8–13, junto con la historia de la iglesia en Jerusalén, podemos decir que los diáconos de una iglesia local son hombres íntegros que tienen un profundo deseo de servir a sus hermanos. Ayudan a la iglesia local a cumplir su comisión al responder con las necesidades que la amenazan.

Igual a los ancianos, los diáconos deben ser hombres íntegros, que demuestran obediencia fiel a la Palabra en todo área de su vida: en su vida personal, en sus hogares y en la iglesia (1ª Timoteo 3:8–10, 12). Se destacan por su corazón dispuesto a servir a sus hermanos. Como nuestro Señor nos dijo, “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (la palabra diácono)” (Marcos 10:43–44). Tienen como su ejemplo a Jesús mismo, que no vino para ser servido, sino para servir (Mateo 20:28; Filipenses 2:5). Los diáconos sirven a la iglesia, ayudándola a cumplir su comisión, al responder con las necesidades de los hermanos que puedan distraerlos de hacer discípulos de Jesús.

Tenemos varios ejemplos de “siervos” y servicio (la palabra diácono) en el Nuevo Testamento.

  • Juana y Susana, junto con otras mujeres, servían a Jesús en su ministerio (Lucas 8:3).
  • Marta se preocupaba con muchos quehaceres para servir una comida a Jesús y sus discípulos (Lucas 10:40).
  • Timoteo y Erasto servían al apóstol Pablo, llegando primero a Macedonia mientras él se quedó en Asia Menor (Hechos 19:22).
  • La hermana Febe fue reconocida por Pablo como una diaconisa de la iglesia en Cencrea (Romanos 16:1).
  • Pablo mismo se autodenominó como servidor, junto con Apolos (1ª Corintios 3:5).
  • Pablo, junto con varios hermanos de las iglesias de Macedonia, administraron una ofrenda por las iglesias de Judea, así sirviendo a las iglesias (2ª Corintios 8:19).
  • Pablo envió a Tíquico, su hermano amado y fiel ministro en el Señor, a los efesios y a los colosenses con las epístolas (Efesios 6:21; Colosenses 4:7).
  • Pablo se consideraba a sí mismo un ministro del evangelio (Colosenses 1:23).
  • Pablo pidió a Filemón que Onésimo se quedara con él para servirle en la cárcel (Filemón 13).
  • Al enseñar la sana doctrina fielmente a los hermanos, Timoteo se confirmaría como buen ministro de Jesucristo (1ª Timoteo 4:6).
  • Los destinatarios de la epístola a los Hebreos tenían el testimonio de servicio continuo a los santos (Hebreos 6:10).
  • Cada creyente debe servir a sus hermanos de la iglesia local por medio de los dones que Dios nos ha dado (1ª Pedro 4:10).
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