Después de varias semanas en el maravilloso libro de los Hechos, volvemos nuestra mirada y las páginas de nuestras Biblias al Antiguo Testamento para continuar con nuestra serie “Los Reyes de Israel.” Una serie que tiene el propósito de presentarnos quién es Dios. Un propósito de confrontarnos y, al mismo tiempo, animarnos con sus atributos como su fidelidad, su soberanía, su misericordia y paciencia. Todas sus acciones fueron orquestadas para llevar a cabo su plan general de redención para el mundo a través del Rey de Reyes, el Mesías, el ungido, Jesucristo. Para ponernos al día con el relato bíblico, veamos un breve resumen de la serie «Los Reyes de Israel» hasta el día de hoy.

Samuel, el profeta – La condición espiritual de Israel en los primeros capítulos de 1 Samuel, era mala, muy mala. No habían oído a Dios hablar en décadas. Sus sacerdotes eran corruptos. Los enemigos estaban en la tierra. El profeta Samuel fue un pequeño punto brillante para Israel porque proclamó fielmente la Palabra de Dios. Samuel aconseja a Israel que confíe en Dios y no en el liderazgo humano, pero el pueblo no quiere escuchar. Estaban decididos a que un rey los gobierne. Dijeron, “constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.” Israel descuidó consultar a Dios y rechazó a Dios como su Rey. Israel exigió un rey antes del tiempo de Dios. Israel se olvidó de la razón verdadera de sus victorias pasadas. Querían un Rey que fuera delante de ellos en la batalla. Israel demostró la falta de confianza en Dios. Finalmente, Jehová dijo a Samuel: “Oye la voz del pueblo, y pon rey sobre ellos” 1 Samuel 8:22.
Saúl, el primer rey de Israel – Saúl era un hombre alto y hermoso, pero su reinado como rey estuvo compuesto principalmente de pecado, miedo, malas decisiones y falta de humildad. Los israelitas no comenzaron en un buen camino con el rey Saúl. Fue un desastre. Pero en 1 Samuel 13:14, dice que “Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo.”
David, el rey conforme al corazón de Dios – Las promesas de Dios a David en su pacto (2 Samuel 7) enfatizaron el hecho de que la muerte física de David no anularía estas promesas. El pecado de David no destruyó las promesas que Dios le había hecho. David pecó, Dios lo castigó, pero Dios no quitó su amor fiel dentro del pacto. Y finalmente, el tiempo no agotó estas promesas a David. Eran eternas. Qué indestructibles promesas hizo Dios con David. Los caminos de Dios son imparables. Dios da gracia y misericordia, y luego aún más gracia y misericordia.
Salomón, el hijo de David – En 1 y 2 Reyes, el reino de cada rey después de David levanta una pregunta: ¿es este el Prometido? ¿Es el eterno Rey prometido que vemos en 2 Samuel 7? Cuando Salomón, el hijo de David, ascendió al trono, parecía que el paraíso estaba cerca. Israel estaba en paz. Salomón fue un rey sabio y juicioso y erigió un templo maravilloso para adorar al Señor. Pero Salomón volvió a repetir la historia que hemos visto una y otra vez. Siguió el modelo de Adán en el jardín, Israel en Canaán y Saúl como rey. El rey Salomón dejó de confiar en el Señor y se volvió a los ídolos. Él anhelaba la alabanza de los hombres (1 Reyes 10:1, 6, 23-24), él no era sabio en sus alianzas con los incrédulos (1 Reyes 3:1), él tenía una preocupación desenfrenada por las mujeres (1 Reyes 11:1-3) y tenía una participación impía con la idolatría (1 Reyes 11:4-8).
Nuestra lectura de la Biblia la semana pasada se centró en cuatro capítulos. 1 Reyes 11 – 14. En el sermón hoy, me gustaría enfocarnos principalmente en el capítulo 12. Me gustaría que nos maravilláramos de la soberanía, la misericordia y la fidelidad de Dios a lo largo de estos capítulos. El contenido de estos capítulos nos desafía a adorar a nuestro gran Dios por lo que Él es. La historia de los reyes de Israel ciertamente contiene muchos hechos, fechas, nombres y cambios de mando, pero el héroe de la historia es el autor de la vida y de la historia misma, Dios.
En la última mitad de 1 Reyes 11, el autor prepara cuidadosamente el escenario y enfatiza el control soberano de Dios sobre los eventos de la historia. El texto nombra a Hadad (v. 14), Rezón (v. 23) y Jeroboam (v. 26) como adversarios contra Rey Salomón. No son solo accidentes o situaciones desafortunadas, sino que eran enemigos de Salomón bajo el control divino de la soberanía de Dios. Su impacto en la vida y el reinado de Salomón tuvo lugar bajo la mano soberana de Dios.
El adversario más importante en el relato era el hombre, Jeroboam. v. 28 dice que Jeroboam, “era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José.” Jeroboam trabajaba para Salomón.
El final del capítulo 11 es triste. El resumen es este… Jeroboam se encuentra con el profeta Ahías fuera de Jerusalén. Ahías usa su capa nueva como una ilustración de lo que está por sucederle al reino. Él la rompió en doce pedazos (v. 30). Es una profecía que el reino se dividirá en dos. Jeroboam tomará las diez tribus del norte y se convertirá en su rey (v. 31). Dios desgarrará el reino y le dará una tribu (Judá) a Roboam, el hijo de Salomón. Él tendrá una tribu por amor a David, y por amor a Jerusalén, ciudad que Dios ha elegido de todas las tribus de Israel. ¿Por qué? Por la idolatría (v. 33). El rey Salomón (y por lo tanto la nación de Israel) quebrantó el primer mandamiento de tener otros dioses delante de Jehová. Después de los días de Salomón y como resultado de su pecado, el reino se dividió entre el norte y el sur, con Israel en el norte y Judá en el sur.
Una y otra vez en el texto leemos la frase “por el amor a David mi siervo”. Esta frase nos conecta con la fidelidad de Dios a Su palabra en su pacto con David (2 Samuel 7). Dios está destrozando su propio reino justo cuando alcanzó la cima de su poder y éxito terrenal. Pero Dios no está preocupado ni paranoico. Hadad y Rezón se enfurecen como consejeros bajo el control de Dios y Dios sabe todos los planes malvados que Jeroboam está planeando mientras se aleja del profeta Ahías y los doce pedazos de la capa nueva.
Estamos tentados a preguntar en este punto: ¿Puede Dios preservar lo que está destruyendo? ¿No enfatizó el pacto de Dios con David el término eterno? ¿Su amenaza de juicio niega la misma promesa de David (2 Sam 7)? La respuesta es NO, basada en algunas declaraciones claras de Dios a Salomón (en vv. 11-13) y a Jeroboam (en vv. 31-39).
El juicio de Dios no involucra la cancelación de la promesa de Dios. Dios dio dos restricciones esperanzadoras en Su juicio sobre el reino unido de Salomón. NO AHORA (v. 12 “Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo.”) y NO TODOS (v. 13 “Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.”) El hijo de Salomón obtiene una tribu. ¿Por qué estas restricciones? Porque Dios ha hecho promesas previas y ciertas elecciones previas. Por ejemplo, Dios había escogido a una persona específica (David v.34), y un lugar específico (Jerusalén vv. 32, 36). Un rey específico bajo el pacto y un lugar específico para adorar bajo el pacto no eran negociables. No se podían romper. El gobierno de Jeroboam debe tener lugar dentro de estos límites. La promesa de Dios no podría ser eliminada, aunque como veremos, sería ignorada.
1 Reyes 12 comparte con nosotros un punto de inflexión (o cambio) importante en la historia de Israel. Estos hechos afectarán al resto del contenido del Antiguo Testamento. Los dos temas principales que se repiten son el reino dividido y la adoración dividida.
En los primeros 15 versículos del capítulo 12 nos habla del deseo de cambio político en Israel. Israel está instalando a Roboam como su nuevo rey, pero tienen algunas quejas. Roboam debe brindarles algún alivio del duro trato que recibieron del rey Salomón durante su reinado. Roboam quiere tres días para pensarlo (vv. 5, 12). Roboam pide consejo de los ancianos (vv. 6-7). Los hombres mayores dicen que traten a las personas de una manera más amable. Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió el consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él. (v.8)
10 Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre.
11 Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones.
12 Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, según el rey lo había mandado, diciendo: Volved a mí al tercer día.
13 Y el rey respondió al pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado;
14 y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones.
En el v. 15, el autor nos da la perspectiva a través de la cual debemos ver y comprender lo que está sucediendo.
“Y no oyó el rey al pueblo; porque era designio de Jehová para confirmar la palabra que Jehová había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.”
El enfoque está en la soberanía de Dios y no en la necedad y el orgullo humano. Necesitamos prestar atención a lo que nos dice el texto inspirado. Nos dice que Dios tenía el fin en mente a lo largo de toda esta situación. El texto se refiere a la profecía de Ahías en 11:31-39, que las diez tribus serían entregadas a Jeroboam. Enfatiza la certeza de la palabra de Dios. Lo que sucedió en Siquem ese día sucedió porque Dios quería que se cumpliera su palabra anterior.
Ese era el fin, pero ¿los medios? Fue una circunstancia que vino de Dios. Roboam obviamente quiere ser un gobernante más fuerte, pero todo fue orquestado por nuestro Dios soberano para cumplir su palabra.
Aplicación: Esto debería ser un gran estímulo para nosotros como discípulos de Cristo. El orgullo humano nunca toma a Dios por sorpresa. Los hombres grandes, los hombres poderosos son simplemente pequeños servidores en el plan de Dios y en la palabra de Dios. Contrariamente a nuestros temores, el orgullo y la necedad humana no andan sueltos, sino que todo está bajo el control de Dios.
A medida que continuamos en el capítulo 12, en los versículos 16-20, vemos que el orgullo de Roboam por sus malas decisiones de liderazgo no fue solo un episodio, sino un patrón. Esta es una sección muy triste del capítulo. Note todas las referencias al Rey David.
v. 16a “Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, le respondió estas palabras, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David?” Los rebeldes hacen sus preguntas retóricas y ofrecen su consejo desafiante (v. 16b), “No tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas! ¡Prueba ahora en tu casa, David! Entonces Israel se fue a sus tiendas.”
El narrador resume que Israel se apartó de la casa de David hasta hoy (v. 19). También nos recuerda que nadie fue tras la casa de David sino solo la tribu de Judá (v. 20 “Y aconteció que oyendo a todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la congregación, y le hicieron rey sobre todo Israel, sin quedar tribu alguna que siguiese la casa de David, sino sólo la tribu de Judá”).
La mención repetida del rey David y la casa de David enfatiza el pacto davídico de 2 Samuel 7, donde Dios en el v. 16 le había asegurado a David que “será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.”
No hay nada que pueda desviar el pacto davídico. Nada puede falsificar la promesa davídica. Nada puede presagiar la venida segura del Mesías. La buena noticia aquí es que Roboam no puede destruir el pacto davídico, pero lo que es triste es que su reinado definitivamente causó gran daño y sufrimiento. Roboam, como hijo de Salomón, como nieto de David, debería haber sido un modelo de un rey que seguía a Dios y la ley de Dios.
De vuelta en Jerusalén, Roboam comienza a reunir soldados para luchar contra la casa de Israel y traer de vuelta el reino para unirlo (v. 21). Sin embargo, nuevamente el Señor habla a través del profeta Semaías, (v.24) “Así ha dicho Jehová: No vayáis, ni peleéis contra vuestros hermanos los hijos de Israel; volveos cada uno a su casa, porque esto lo he hecho yo. Y ellos oyeron la palabra de Dios, y volvieron y se fueron, conforme a la palabra de Jehová.” Una vez más, vemos que Dios tiene el control de todos estos eventos. El énfasis de la historia está en Dios y no necesariamente en la necedad del rey humano. La gracia, la misericordia, la fidelidad y la soberanía de Dios están por todas partes en la narración.
En los últimos nueve versículos del capítulo (vv. 25-33), vemos muy claramente el segundo tema principal del relato. El tema de la adoración dividida. No solo se dividió el reino, sino que también se dividió la adoración. ¿Cómo pasó esto? ¿Por qué pasó esto? Bueno, dejemos que el texto responda esas preguntas. En pocas palabras, Jeroboam buscaba seguridad. Él estaba preocupado.
25 Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel.
Pero Jeroboam tomó un camino equivocado cuando comenzó a escucharse a sí mismo. Escucha lo que dijo en su corazón.
26 Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David,
27 si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá.
Dios le había prometido previamente a Jeroboam un reino de diez tribus (1 Reyes 11:31, 35, 37-38). Pero esa promesa no fue suficiente para Jeroboam. Quería tener algo más seguro que la palabra de Dios. Jeroboam se aleja de la práctica de adoración ordenada, no porque ya no fuera verdad, sino porque ya no era útil. Tenía miedo. Simplemente no podía confiar en la palabra de Dios. Aplicación: Esto nos da un principio muy importante para entender. Si no puedes confiar en Dios, usarás la religión. El hombre hizo la religión para buscar seguridad.
El rey Jeroboam viene con un nuevo plan.
28 Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.
29 Y puso uno en Betel, y el otro en Dan.
30 Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan.
Si hemos entendido la Ley dada a Israel a través de Moisés, estas declaraciones deberían causar gran preocupación. Jeroboam creó una forma de adoración nueva, pero muy equivocada. Rechazó los mandatos claros de Dios e inventó un nuevo sacerdocio para la adoración, nuevas fechas para la adoración y nuevos lugares para la adoración.
31 Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví.
32 Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Betel sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado.
33 Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Betel, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.
Esa frase “que él había inventado de su propio corazón” describe la respuesta a cómo y por qué lo hizo el rey Jeroboam. No confiaba en Dios. Tenía miedo. Era orgulloso. Escuchó a su propio corazón. Creó una forma de adoración nueva y pecaminosa para Israel. Creó nuevos símbolos de adoración, nuevos centros de adoración, un nuevo sacerdocio y nuevo calendario de adoración. Piensa en esta aplicación o principio: la adoración se basa en las instrucciones de la revelación divina o en las preferencias del corazón humano. ¿Dónde descansa tu adoración? U otra forma de decirlo, ¿en qué basas tu adoración? ¿En la palabra de Dios o en tus sentimientos, o en las preferencias de tu corazón?
Por razones de tiempo, no voy a enseñar los detalles de los capítulos 13 y 14, pero permítanme mencionar lo siguiente:
En el capítulo 13 se usa la frase “por palabra de Jehová” nueve veces (vv. 1, 2, 5, 9, 17, 18, 20, 26, 32). La palabra de Dios revelada es el énfasis de la narración. Mantenga la palabra de Dios revelada como su brújula y no se desviará. Al rey Jeroboam se le dio la palabra de Dios repetidamente (que es la misericordia de Dios), pero la despreció (vv. 1-10). La palabra de Dios fue seguridad para el rey Jeroboam, pero la abandonó (vv. 11-24). Aplicación: El relato de 1 Reyes 13 enseña que la palabra de Dios revelada es suficiente para sus siervos y que es malo seguir otra cosa que no sea la Palabra de Dios. En nuestra vida espiritual y en el ministerio de nuestra iglesia local, Berea, debemos estar cimentados en la Palabra de Dios.
Un comentario sobre el contenido de 1 Reyes 14. Nos relata la profecía que controla toda la historia del reino del norte de Israel. El autor no quiere que lo pasemos por alto. A lo largo del resto de la historia de los reyes del norte, leeremos una y otra vez la siguiente frase: “Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel”. (1 Reyes 14:16; 15:26, 30, 34; 16:19, 26; 22:52; 2 Reyes 10:31; 13:6, 11; 14:24; 15:18, 24, 28; 17 :21-23).
En nuestra sociedad actual, la gente es impaciente con la sana doctrina. La gente quiere adorar a los dioses de su corazón. Están empeñados en quebrantar el primer mandamiento. Nuestra sociedad narcisista se burlará de nosotros por querer seguir únicamente la Palabra de Dios.

Si uno está leyendo cuidadosamente 1 Reyes, verá cómo el autor se enfoca en cómo adoraban los reyes. Mientras que el mundo de hoy se centra en los logros de las personas, el autor bíblico no está impresionado con los logros. El enfoque del texto tiene muy poco interés en el éxito militar y político de Jeroboam. Lo que el autor enfatiza es cómo el rey respondió a la ley de Dios y al pacto de Dios con Israel. El principio y la aplicación para nosotros es este: los logros no importan; la fidelidad a la palabra de Dios sí. Lo único que importa es si tú y yo adoramos solo a Cristo, el Rey de reyes, el Mesías, el hijo de David, el hijo de Dios.
Preguntas de repaso y aplicación:
1. ¿Por qué es importante estudiar los libros de 1 y 2 Reyes y 1 y 2 Crónicas?
2. ¿Cuáles son los dos temas principales mencionados en el estudio que se repiten en 1 Reyes 11-14?
3. ¿Cómo asegura Dios al rey Salomón a pesar de la división profetizada del reino? 1 Reyes 11:11-13
4. El reino de Israel se dividió, pero ¿cómo se dividió exactamente? ¿En qué dirección? ¿Qué tribus? ¿Cómo se llamaban sus reyes?
5. ¿Cuáles fueron algunos atributos de Dios enfatizados en el sermón?
6. ¿De qué manera ves estos atributos de Dios a lo largo del relato (1 Reyes 11-14)?
7. ¿De qué maneras cambió el rey Jeroboam la adoración de Israel?
8. ¿Cuál es la atracción de la religión falsa?
9. ¿Cuáles son algunas de las aplicaciones del estudio que te llamaron la atención?