El mes pasado, dejamos nuestro estudio del libro de 2 Reyes al final del capítulo 17. La caída y el cautiverio de Israel en el norte. La semana pasada nos enteramos del reinado del rey Josías (2 Reyes 22-23). Fue un momento feliz y significativo para Judá, porque el Rey Josías obedeció la Palabra de Dios y la tomó en serio. Su obediencia también lo movió a actuar e instalar una larga lista de reformas espirituales. Pero en los dos capítulos restantes de 2 Reyes, tenemos los últimos cuatro reyes de Judá.
El rey Joacaz; el rey Joacim; el rey Joaquín y el rey Sedequías. Eran los hijos y un nieto del Rey Josías. ¿Qué harán ellos? ¿Seguirán los pasos del Rey Josías? ¿Ya saben la respuesta?
El autor no tomó mucho tiempo en los últimos dos capítulos con los últimos cuatro reyes de Judá. Hizo algo muy similar con los últimos reyes de Israel en el capítulo 15. Él hizo un resumen de cada rey en poco tiempo.
En pocas palabras, estos cuatro últimos reyes de Judá regresaron a los viejos caminos del pecado, la idolatría y la maldad. Se olvidaron de Dios. Se olvidaron de su bondad, soberanía, provisión y misericordia. Se olvidaron de todo lo que tenían en la tierra de Canaán. La tierra prometida fue un regalo de Dios.
Este mismo Dios que los escogió y los salvó. Los rescató de la esclavitud en Egipto y les proveyó diariamente en el desierto. Los llevó a la tierra prometida y peleó por ellos y les dio ciudades que no construyeron y viñas que no plantaron. Pero debido al pecado de Judá, y específicamente a los pecados del rey Manasés (2 Reyes 23:26), Dios sacó a Judá de la tierra prometida por lo que serán unos 70 años.
Deberíamos haber sabido que el día del juicio (o exilio) vendría. Si fuéramos lectores cuidadosos del Antiguo Testamento, deberíamos haber sabido que los profetas de Dios han estado advirtiendo por generaciones. Desde los tiempos del rey Saúl hasta el rey David, desde el rey Salomón hasta el reino dividido, Dios ha estado diciendo: “Obedecedme y seguidme, y habrá paz y bendición. Si no me obedeces y me sigues, habrá consecuencias y maldición (o juicio)”. Y específicamente, durante estas últimas generaciones en el segundo libro de los Reyes, los profetas (como Jeremías, por ejemplo) han estado diciendo que “un futuro exilio va a suceder. Babilonia derrotará a Judá y los llevará al exilio.”
Finalmente hemos llegado a la parte de la historia de los reyes de Judá donde Dios lleva a cabo lo que les dijo que iba a hacer. Dios fue tan paciente y misericordioso, pero simplemente no permitirá que la maldad continúe para siempre. Este principio es cierto para nosotros incluso hoy, y fue cierto durante los tiempos de los reyes de Israel y Judá. Dios había enviado a todos los profetas para que Judá cambiara sus caminos.
Nuestra serie de Los Reyes de Israel ha tenido un propósito de presentarnos quién es Dios. Hemos sido confrontados y, al mismo tiempo, animados con los atributos de Dios. Hoy, en el último estudio de la serie, de nuevo, vamos a ver claramente los atributos de su soberanía, su fidelidad, su misericordia y su justicia. Todas sus acciones fueron coordinadas para llevar a cabo su plan de redención para el mundo a través del Rey de Reyes, el Mesías, el ungido, Jesucristo. Se nos recuerda una y otra vez que nada puede detener su plan y sus propósitos. La palabra de Dios es infalible y hay esperanza en Su palabra y promesas.
Mi objetivo hoy es resumir los dos últimos capítulos de 2 Reyes. Esta breve sección cubre un período de alrededor de 22 años y la vida de los últimos cuatro reyes de Judá.
En una frase, cada reinado podría resumirse con la frase “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová”
Rey Joacaz – 2 Reyes 23:32 “y él hizo lo malo ante los ojos de Jehová”
Rey Joacim – 2 Reyes 23:37 “e hizo lo malo ante los ojos de Jehová”
Rey Joaquín – 2 Reyes 24:9 “e hizo lo malo ante los ojos de Jehová”
Rey Sedequías – 2 Reyes 24:19 “e hizo lo malo ante los ojos de Jehová”

Estos últimos cuatro reyes de Judá no tuvieron la fe temblorosa del Rey Ezequías ni la obediencia activa del Rey Josías.
En este punto de la historia de Judá, ya no tienen esperanza. El fin de Judá fue el cumplimiento de la palabra de Dios. Dios estaba siendo fiel a Su palabra al llevar a Judá a su fin.
2 Reyes 24
1 En su tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia. Joacim vino a ser su siervo por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él.
2 Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas.
3 Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manasés, y por todo lo que él hizo;
4 asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar.
Dios envió las tropas de caldeos, sirios, moabitas y amonitas para destruir a Judá y cumplir su palabra. Hay un enfoque continuo del cumplimiento de la Palabra de Dios en la siguiente sección.
5 Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
6 Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su hijo.
7 Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.
8 De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses.
9 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre.
10 En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada.
11 Vino también Nabucodonosor rey de Babilonia contra la ciudad, cuando sus siervos la tenían sitiada.
12 Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre, sus siervos, sus príncipes y sus oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado.
13 Y sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la casa de Jehová, como Jehová había dicho.
La frase, “como Jehová había dicho” se conecta a 2 Reyes 20:17 que dice, “He aquí vienen días en que todo lo que está en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehová.”
El autor escribe de tal manera que el lector debe sentir una sensación de tristeza. Una tristeza de lo que dejó Judá. El autor usa la palabra “cautivos” cinco veces para enfatizar la triste realidad del fin de Judá.
14 Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra.
15 Asimismo llevó cautivos a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra; cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia.
16 A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil, y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para hacer la guerra, llevó cautivos el rey de Babilonia.
El autor nos da una sensación de tristeza por lo que perdió Judá. (25:8-16)
8 En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia.
9 Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego.
10 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén.
11 Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia.
12 Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.
13 Y quebraron los caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia.
14 Llevaron también los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce con que ministraban;
15 incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán de la guardia.
16 Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto.
Un inventario completo de lo que fue llevado a Babilonia se puede encontrar en el pasaje paralelo en Jeremías 52.
2 Reyes 25
1 Aconteció a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió, y levantó torres contra ella alrededor.
2 Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías.
3 A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra.
4 Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá.
5 Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército.
6 Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia.
7 Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.

De nuevo, parece que el autor quiere enfatizar la emoción de tristeza extrema. Todos sabíamos que venía el cautiverio de Judá. Sabíamos que Dios cumpliría su palabra. Sabíamos el peligro de las muchas decisiones pecaminosas hechas por rey tras rey malo. Y, sin embargo, cuando llegamos a los capítulos 24 y 25, y leemos sobre el horror y la destrucción, nos sorprende lo tristes que estamos al ver lo que se desarrolla frente a nosotros en el texto. El propósito del autor es recordar a sus lectores quién es Dios, las promesas y los pactos que hizo y aprender de la triste historia de los reyes de Israel y Judá que al final no amaron, no obedecieron ni siguieron a Dios.
20 Vino, pues, la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, hasta que los echó de su presencia.
El libro se cierra con un poco de ironía y un rayo de esperanza. Primero la ironía.
22 Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías.
23 Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa.
24 Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
25 Mas en el mes séptimo vino Ismael, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.
26 Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos.
La historia de la salvación de Israel comenzó en el libro de Éxodo en el país de Egipto. Al final del libro de 2 Reyes, tenemos un pequeño grupo al que se le permitió permanecer en la tierra prometida. Les dijeron que solo obedecieran al gobernador y todo les iría bien. Pero se rebelaron contra Gedalías, y lo mataron. Pero huyeron por temor de los caldeos. ¿Adónde huyeron? Huyeron a Egipto, por temor de los caldeos. Que irónico. Lo que comenzó en Egipto, regresó a Egipto.
Sin embargo, este no es el final de toda la historia. En los últimos cuatro versículos, se nos da algo de esperanza.
27 Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel;
28 y le habló con benevolencia, y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.
29 Y le cambió los vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida.
30 Y diariamente le fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.
En esta sección, el autor nos señala alguna esperanza sobre la línea de David. Note cómo el autor inserta la frase, “rey de Judá” dos veces en el v. 27. Recuerdan en 1 Reyes 11, cuando Jehová estaba a punto de dividir el reino en dos. Él dice: “Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre”. Además, ¿recuerdan el pacto de Dios con David en 2 Samuel 7?

13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;
15 pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.
16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
Un lector cuidadoso del Antiguo Testamento debería ver y quedarse asombrado con este rayo de esperanza en esta pequeña muestra de bondad de un rey pagano a un exiliado hijo de David. Mateo 1 retoma la historia donde termina 2 Reyes. En este punto de la historia de 2 Reyes, Israel ha perdido su tierra (el pacto con Abraham); Judá ha perdido su reinado en la tierra (el pacto davídico).

Para ayudarnos a conectar los libros del AT en la historia de los Reyes de Israel tenemos que entender que los libros de Esdras y Nehemías continúan con la historia del tiempo durante y después del exilio. Otros libros que tienen una buena conexión con la historia de los Reyes y el cautiverio son Salmos, Lamentaciones, Isaías, Jeremías, Ezequiel, y Daniel. Casi todos estos libros ya los hemos estudiado juntos acá en la iglesia Berea y los estudios se pueden encontrar en el sitio de la iglesia. Nuestra oración y nuestro deseo es que estos estudios continúen ayudándoles a comprender mejor la historia general de la Biblia, y que todo nos apunta al Rey de Reyes, Jesucristo.
Esta última parte del reino de Judá tiene muchas lecciones para nosotros, pero es parte de una historia más grande. La historia de un reino que se dividió por causa de idolatría. Aun así, esta historia encaja en la maravillosa historia de los pactos de Dios con David con respecto a su linaje y Abraham con respecto a su familia. Todo ello encaja en la historia más grande de la Biblia. El plan de redención de Dios para el mundo a través del Rey de Reyes, el Mesías, el ungido, Jesucristo. Se nos recuerda una y otra vez que nada puede detener su plan y sus propósitos.
Estudiar de los Reyes de Israel realmente importa. Nuestro estudio hará que los siguientes pasajes del Nuevo Testamento tengan más sentido. Debería tener un impacto profundo en nuestra meditación y apreciación de los pactos y las promesas de Dios, dados y luego cumplidos. Precisamente en este tiempo tan oscuro de la historia de Israel, se da el Mesías. Después de cientos de años de silencio, Mateo 1:1, 16-17 proclama, “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham…Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo. De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.”
Lucas 2
8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.
10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14 ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Estudiar de los Reyes de Israel y Judá realmente importa. Debería llevarnos a adorar a nuestro Dios santo y servirle solo a Él con toda nuestra vida en y a través de Su novia, la iglesia local, y someternos a la autoridad de Cristo en cada área de nuestra vida. A lo largo de este año mientras continuamos estudiando “Que dice Cristo…” sobre varios temas y varias áreas de nuestra vida, deberíamos comprometernos a amar, obedecer y aplicar la palabra revelada de Dios. Si no lo hacemos, entonces no hemos aprendido NADA de nuestro estudio de todos los reyes de Israel.